7 ago-VD.- La educación superior es escenario de disputa; este carácter conflictual de las universidades, este campo de batalla en el que se convierte, es bien claro para los estudiantes y para el bloque de poder. La movilización estudiantil se ha transformado desde el año 2018 hasta hoy. En medio de la pandemia del Covid-19, los y las estudiantes no solo levantan la bandera de la Matrícula Cero, sino que se piensan un modelo de educación superior digna y al servicio de los pueblos.

La lucha por la Matrícula Cero

Por Gestoría de Comunicaciones -CdP-*. Las y los estudiantes de las diferentes instituciones de educación superior decidimos organizarnos y exigir a nuestras instituciones acciones reales que permitieran continuar la educación durante la crisis. Así, surgió en Colombia la lucha por la Matrícula Cero, como una garantía necesaria que permitiría a las y los estudiantes continuar con sus procesos formativos a pesar de la crisis económica en la que se encuentran muchas de sus familias.

Hay que reconocer que, inicialmente, fue una lucha local, dado que cada una de las instituciones definió su propia propuesta de Matrícula Cero y no se articuló un movimiento estudiantil nacional para realizar esta exigencia. Sin embargo, a medida que más instituciones se iban sumando a esta bandera, lograron establecerse diálogos que propiciaron la creación de juntazas y la generación de diálogos que permitieron fortalecer las luchas que ya se estaban dando.

Luchas como las que se llevaron a cabo en la Universidad Industrial de Santander -UIS-, en Bucaramanga y en la Universidad del Cauca, en Popayán, cuyos estudiantes participaron en la Marcha por la Dignidad que partió desde el suroccidente colombiano hacia Bogotá fueron pioneras en un movimiento que se esparció por todo el territorio nacional.

Bucaramanga, Huelga de hambre UIS

Desde las instituciones más grandes como la Universidad Nacional de Colombia, que logró la matrícula cero el día 6 de agosto del 2020, la Universidad del Valle y la Universidad de Antioquia, hasta IES de carácter más local como el Tecnológico de Antioquia y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, en Medellín, han exigido la Matrícula Cero. En este momento, son varias las instituciones que continúan en la lucha por la Matrícula Cero.

Los mecanismos de presión que se han utilizado van desde negociaciones con administraciones locales y regionales sumadas a plantones, como lo hicieron la Universidad Tecnológica de Pereira, la Universidad Francisco de Paula Santander (Cúcuta), la Universidad de Pamplona y el Instituto Superior de Educación Rural de Pamplona, hasta la huelga de hambre, como la que realizaron los y las estudiantes de la Universidad de Antioquia, la Universidad del Valle, la Universidad del Tolima y, ahora, la Universidad Nacional de Colombia y su encadenatón en las sedes Bogotá y Medellín.

También se han realizado campamentos en las instituciones como es el caso de la Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá, el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, el Tecnológico de Antioquia, y la Universidad Surcolombiana en Neiva, entre otras.

Este movimiento nacional por la Matrícula Cero también ha estado atravesado por agresiones por parte del Estado y la Fuerza Pública, por ejemplo, en las movilizaciones que se llevaron a cabo el pasado 15 de junio y en las que un amplio sector estudiantil se sumó a la protesta en las calles, se presentaron más de 189 detenciones arbitrarias. Adicionalmente, se registraron múltiples casos de brutalidad policial que llevaron a varias compañeras y compañeros a hospitales del país con lesiones graves ocasionadas por el accionar irregular de la Fuerza Pública.

Esta bandera de la Matrícula Cero ha permitido que, a pesar de la pandemia, los y las estudiantes del país nos organicemos en torno a una propuesta concreta, con el fin de garantizar el acceso a la educación superior como un derecho y no como un privilegio en estos momentos de crisis.

¿Qué hay más allá de la Matrícula Cero?

Como estudiantes tenemos el reto de no salir de esta coyuntura sin haber ganado algo más que la financiación de las matrículas para terminar el 2020, sino algo que nos permita seguir prefigurando una universidad que se organiza y es para la gente de abajo. Una universidad que no legitima y reproduce el modelo económico de saqueo en los territorios, del modelo de ciudad que margina aún más a los empobrecidos, que destruye el medio ambiente en razón del beneficio económico.

El escenario de movilización que inauguró el 21N en el 2019 aparece como una lucha deslocalizada, con múltiples focos, que desborda a las organizaciones. El movimiento estudiantil no debe conformarse con la Matrícula Cero, si ya estamos ganando esta lucha en medio de la pandemia, creemos que podemos empezar a articularnos y a generar juntanzas que nos permitan pensarnos un nuevo modelo de educación superior que esté al servicio de los pueblos y no del mercado.

El poder hegemónico nos ha convencido de que, supuestamente, existe una sola forma de hacer las cosas, que solo unos pueden ser visibles y tomar decisiones; sin embargo, nosotras y nosotros continuamos disputando el sentido común y resaltando cómo la gente demuestra que cuenta con la potencia creativa para autodeterminarse, para ser poder y para continuar exigiendo condiciones de vida digna.

El movimiento estudiantil en medio de la pandemia

Los y las estudiantes, como parte del campo popular que históricamente ha peleado en las calles, tenemos como reto disponer nuestras manos para construir y potenciar las asambleas barriales, juveniles, de mujeres que se replican a lo largo y ancho del país, como forma de organizarnos y ser poder.

La pandemia del Covid-19 visibilizó la crisis histórica de las Instituciones de Educación Superior en el país. Los y las estudiantes no contamos con herramientas tecnológicas ni con conexión a Internet que nos garantice una educación digna en la etapa de la virtualidad. En la capital del país, los puntos de acceso fijo a Internet por cada 100 habitantes son alrededor de 25; en departamentos intermedios como Caldas y Tolima, la estos datos disminuyen a 10 y la situación resulta crítica en zonas como el Vichada y el Vaupés donde el acceso fijo a Internet por cada 100 habitantes apenas es mayor a 0.

Bogotá, Velatón Universidad Nacional

Adicionalmente, las universidades indicaron que, con el déficit histórico de más de 15 billones de pesos, no contaban con recursos para afrontar las nuevas necesidades que impuso la contingencia: capacitación a docentes, dotación de herramientas tecnológicas para estudiantes, conectividad a Internet, apoyo psicosocial a la comunidad educativa, entre otras.

A pesar de esta situación, en diferentes lugares del país, los y las estudiantes protagonizaron acciones colectivas de solidaridad con sus comunidades. Las manifestaciones de apoyo a quienes sufrían la peor parte de la crisis durante la cuarentena, la cual no cuenta con ninguna garantía por parte del Gobierno Nacional, fueron desde recolección de víveres y dineros hasta la participación en plantones y a otras movilizaciones con el fin de ejercer presión ante las autoridades.

Visibilizamos el abandono del Estado hacia los habitantes, quienes, por ejemplo, no tenían permitido trabajar durante la cuarentena pero tampoco contaban con ayudas que les dieran condiciones dignas para permanecer en sus casas, incluso, se presentaron varios desalojos por parte de los gobiernos locales, lo cual agudizó la situación de muchas comunidades.

El Paro Nacional del 2019

Las luchas que hoy se llevan a cabo son una continuación de procesos anteriores, por ejemplo, el del Paro Nacional del 2019. En este año, el acuerdo que firmó el estudiantado con el Gobierno Nacional había sido incumplido en su mayoría, como era previsible; además, el gran movimiento estudiantil que nació en el 2018 ya no tenía la misma fortaleza. Ante este panorama, la preparación de la participación de este sector en el Paro Nacional fue atravesada por la idea de que los y las estudiantes somos hijos e hijas de los barrios populares de las ciudades, indígenas, afros, campesinos y campesinas. Por lo tanto, era menester entender el escenario de Paro Nacional como una oportunidad para seguir consolidando espacios y discusiones que le apuesten a la construcción de Poder Popular en la universidad.

Es decir, seguir disputando la forma en que nos organizamos y autodeterminamos: el cogobierno universitario, la autonomía, los espacios de construcción amplios y diversos, el diálogo y la fraternidad con otros sectores sociales. ¿Por qué? Bueno, porque sabemos que si damos esas peleas, en este campo de disputa que es la universidad, estamos potenciando las batallas por la vida digna que los pueblos dan en el campo, en los resguardos y en los barrios. Ante esta situación, el gobierno de Iván Duque no tardó en desplegar estrategias de estigmatización y hostigamiento a quienes preparábamos el Paro Nacional; por ejemplo, dos días antes del 21 de noviembre, día de inicio del Paro, se realizaron múltiples allanamientos en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali.

Bogotá, Paro Nacional 21N

No obstante, esta situación no disminuyó la participación masiva del movimiento estudiantil en el Paro Nacional. El estudiantado que mostró su efervescencia en la calle, no estaba desconectado de los reclamos y exigencias que diversos sectores le hacían al gobierno nacional. Así, mientras los indígenas transitaban las carreteras del país hacia las ciudades, los estudiantes abrían las puertas de las universidades para recibirlos. Cuando los trabajadores, los campesinos, los estudiantes nos encontramos, construimos hombro a hombro. Por eso, nuestra mayor apuesta no es solo la financiación, sino cómo la universidad se viste de la diversidad de gente de los territorios, de abajo, la popular.

A su vez, como estudiantes que hacemos parte de este movimiento social y popular que se levanta, tenemos como reto impulsar la batalla por el sentido común, por cómo se debería entender el escenario de movilización, rechazando el tratamiento militar, de guerra, que el Estado le ha dado a la protesta social.

Si algo hace bien el bloque de poder es construir enemigos legítimos para eliminar. Lo sabemos cuándo a través de las empresas de comunicación convierten a nuestros compañeros y compañeras estudiantes en enemigos “matables” como lo hicieron con Dylan Cruz, asesinado por el Escuadrón Móvil Anti Disturbios -ESMAD- el 23 de noviembre del 2019, hecho que fue calificado como homicidio por parte de Medicina Legal.

Movilizaciones estudiantiles en el 2018

Es importante seguir insistiendo la importancia de la memoria en los procesos sociales. Por eso, resaltamos que ya en el 2018, las y los estudiantes universitarios nos movilizamos masivamente en cada rincón del país para hacerle frente a las políticas de ahogo financiero, de privatización,  de las que es objeto la universidad pública desde hace décadas. Como se esperaba, el bloque de poder, en cara de Iván Duque, se negó a negociar en principio con el movimiento estudiantil, tratando de resguardar los cimientos del modelo neoliberal de la educación pública. Aun así, la intensa lucha desatada en las calles de todo el país obligó a negociar al Gobierno Nacional y logramos arrancarle en el papel algunos beneficios para nuestras universidades.

Medellín, Paro Estudiantil 2018

*La gestoría de comunicaciones del Congreso de los Pueblos es el ejercicio encargado de operativizar la agenda comunicacional del movimiento, es un espacio abierto donde confluyen personas de diferentes sectores y procesos que deseen trabajar lo comunicativo desde el enfoque que marcan nuestros mandatos.

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