19 mar. VD- El 19 de marzo del 2020, en la vereda Nueva Granada de Puerto Asís, Putumayo, algunos campesinos se reunieron para compartir, para escucharse, para organizarse, para proyectarse y construir Poder Popular a partir del encuentro y el diálogo. Allí, en ese espacio, estaba Marco Rivadeneira, líder campesino del Coordinador Nacional Agrario -CNA-, presidente de la Asociación Campesina de Puerto Asís, líder del Congreso de los Pueblos y miembro de la Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos e incansable defensor de la Amazonía, quien fue secuestrado a las 2:30 p.m. y asesinado ese mismo día.

Don Marco no estaba allí por una casualidad, sino porque su opción de vida fue la defensa del territorio y de las comunidades y, en coherencia con esa decisión, recorría el suroccidente colombiano, especialmente el Putumayo, con el firme propósito de construir Vida Digna. Así, en el año 2009 identificó la necesidad de promover la defensa de los Derechos Humanos en un país que afrontaba la muerte, la desaparición y las ejecuciones extrajudiciales de más de 6000 jóvenes; por lo tanto, se convirtió en vocero departamental del Proceso Nacional de Garantías y en delegado del Nodo Suroccidente de la plataforma de Derechos Humanos de la Coordinación Colombia – Europa – Estados Unidos.

Este líder campesino utilizó los escenarios públicos a los que asistía para visibilizar la grave situación de las comunidades del suroccidente del país y, a pesar de las responsabilidades que exigían estos espacios, jamás dejó de caminar los territorios, lo que se refleja en el gran cariño que le tenían las comunidades que veían en él a un compañero y a un amigo.

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Don Marco fue constructor del Congreso de los Pueblos en el Putumayo y, consciente de la grave situación del campo colombiano, estuvo, desde el Coordinador Nacional Agrario, acompañando procesos de defensa del campo, de sustitución de cultivos y de construcción de planes de vida como el que avanzaba en Teteyé, donde, junto a los habitantes de la zona, se pensaban la vivienda, la educación, la salud, los centros comunales y las carreteras como elementos cruciales para la comunidad que, por parte del gobierno, solo había recibido militarización y fumigación con glifosato.

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Marco fue un hombre sensato, comprometido con la lucha y, por eso, denunciaba las actuaciones genocidas del gobierno nacional y otros actores que persiguen, despojan y exterminan al campesinado colombiano. Él creía en la necesidad de una paz que llegara a todos los territorios, que no fuera solamente un papel firmado, sino que se reflejara en el mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos, especialmente, del campesinado. La paz que defendía Marco es la que se opone al despojo, al desplazamiento, a las masacres, es la que se construye con las comunidades desde sus territorios, teniendo en cuenta sus saberes y sus historias, es la que fortalece los lazos de solidaridad entre los pueblos, es aquella que respeta el mandato popular como una forma de soberanía y dignidad.

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Fueron la templanza, la entereza y la determinación las que incomodaron tanto a los señores de la guerra, las que hicieron temblar al establecimiento que ordenó asesinar a Don Marco, porque esa ha sido, históricamente, la respuesta del Estado ante quienes alzan la voz y denuncian las injusticias. La muerte que silencia, que genera miedo, que rompe procesos de encuentro fue la que quisieron imponer cuando ese 19 de marzo dispararon contra Marco Rivadeneira. Sin embargo, se equivocaron, como siempre, porque las comunidades del Putumayo, del suroccidente y del país entero seguimos viendo en Don Marco un ejemplo, una guía, una semilla que germina en nuestras luchas por la vida, por la dignidad y la esperanza, luchas que son las suyas y las de cientos de líderes y lideresas más que han sido judicializados, perseguidos, estigmatizados y asesinados por este Estado Genocida.

Por el asesinato de Don Marco Rivadeneira, por el homicidio de Ruth Alicia López Guisao, por la judicialización que afrontan José Vicente Murillo y Miguel Daza, por la injusticia que se cometió al encarcelar a Hermes Burgos, Fredy Figueroa y Carlos Romero, por el falso positivo judicial del que fueron víctimas Milena Quiroz, Nubia Gómez y José David Jaimes, por la persecución y el montaje judicial que hoy afrontan Adelso Gallo, Teófilo Acuña y Robert Daza y por los miles de casos en los que el campesinado ha sido víctima de las prácticas genocidas del Estado, este 25, 26 y 27 de marzo, el Congreso de los Pueblos denunciará, ante el Tribunal Permanente de los Pueblos -TPP-, la persecución política de la que ha sido y continúa siendo víctima. Seguimos exigiendo justicia, verdad, reparación y no repetición.

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